Fahrenheit 451 es una película de ciencia ficción del año 1966, basada en la novela homónima del escritor estadounidense Ray Bradbury -fue su primera novela en el año 1953- . "Fahrenheit 451" indica la temperatura de la ignición del papel de los libros, es decir, el título hace referencia a la temperatura en la escala de Fahrenheit (°F) a la que el papel de los libros se inflama y arde, equivalente a 232,8 ºC.
La dirección estuvo a cargo de François Truffaut .
Reparto principal :
Julie Christie, Oskar Werner, Cyril Cusack, Anton Diffring, Jeremy Spenser, Ann Bell, Alex Scott, Bee Duffell, Caroline Hunt, Anna Palk.
Guión : François Truffaut, Jean-Louis Richard.
Música : Bernard Herrmann
Fotografía : Nicolas Roeg
País : Reino Unido
Ray Bradbury juega con la fantasía de una sociedad sin libros; de unas sociedad biblioclasta, destructora de los documentos escritos. Nunca ha existido una sociedad así, pero todos los fundamentalismos y totalitarismos han quemado libros, desde aquel califa Omar que sostuvo que todos los libros, salvo el Corán, eran inútiles o perjudiciales, hasta los nazis que destruyeron las bibliotecas, pasando por las hogueras de la Inquisición que se extendió en toda Europa, en las que ardieron los textos considerados heréticos.
En otro sentido, Fahrenheit 451 puede ser interpretada como una alegoría contra la censura y una advertencia contra los riesgos de una cultura solo audiovisual, que podría relegar la lectura de los libros, en una sociedad cada vez más tecnificada, robotizada y digitalizada, de forma radical y peligrosa para la humanidad.
En la película Fahrenheit 451, Guy Montag (Oskar Werner) es un bombero dedicado a quemar libros, pero su vida cambiará tras conocer a Clarisse (Julie Christie) y, poco a poco Montag comenzará a sentir rechazo por el sistema que estaba ayudando a sostener.
Montag es delatado, traicionado y descubierto. Finalmente él se rebela contra el sistema y, huye al principio sin rumbo, pero Clarisse, su amiga, forma parte de un grupo de hombres y mujeres que se esconden en los bosques, dedicando toda su vida a memorizar cada uno de ellos, un libro, y posteriormente, lo queman para que nadie descubra la comunidad secreta de "los hombres libro".
Guy Montag logra esconderse y salvarse de una muerte segura, gracias a Clarisse, él acepta formar parte del grupo de "los hombres libro" , pues todos tienen que aprender y recitar de memoria un libro y elegir al final de su vida, a otra persona para transmitirle el libro que han memorizado
-literalmente- durante toda su vida, así es la única forma de preservar los libros en los tiempos de oscuridad, con el objetivo que algún día se impriman nuevamente todos los libros, que se han quemado, y no desaparezcan de la historia de la humanidad.
La dirección estuvo a cargo de François Truffaut .
Reparto principal :
Julie Christie, Oskar Werner, Cyril Cusack, Anton Diffring, Jeremy Spenser, Ann Bell, Alex Scott, Bee Duffell, Caroline Hunt, Anna Palk.
Guión : François Truffaut, Jean-Louis Richard.
Música : Bernard Herrmann
Fotografía : Nicolas Roeg
País : Reino Unido
Ray Bradbury juega con la fantasía de una sociedad sin libros; de unas sociedad biblioclasta, destructora de los documentos escritos. Nunca ha existido una sociedad así, pero todos los fundamentalismos y totalitarismos han quemado libros, desde aquel califa Omar que sostuvo que todos los libros, salvo el Corán, eran inútiles o perjudiciales, hasta los nazis que destruyeron las bibliotecas, pasando por las hogueras de la Inquisición que se extendió en toda Europa, en las que ardieron los textos considerados heréticos.
En otro sentido, Fahrenheit 451 puede ser interpretada como una alegoría contra la censura y una advertencia contra los riesgos de una cultura solo audiovisual, que podría relegar la lectura de los libros, en una sociedad cada vez más tecnificada, robotizada y digitalizada, de forma radical y peligrosa para la humanidad.
En la película Fahrenheit 451, Guy Montag (Oskar Werner) es un bombero dedicado a quemar libros, pero su vida cambiará tras conocer a Clarisse (Julie Christie) y, poco a poco Montag comenzará a sentir rechazo por el sistema que estaba ayudando a sostener.
Montag es delatado, traicionado y descubierto. Finalmente él se rebela contra el sistema y, huye al principio sin rumbo, pero Clarisse, su amiga, forma parte de un grupo de hombres y mujeres que se esconden en los bosques, dedicando toda su vida a memorizar cada uno de ellos, un libro, y posteriormente, lo queman para que nadie descubra la comunidad secreta de "los hombres libro".
Guy Montag logra esconderse y salvarse de una muerte segura, gracias a Clarisse, él acepta formar parte del grupo de "los hombres libro" , pues todos tienen que aprender y recitar de memoria un libro y elegir al final de su vida, a otra persona para transmitirle el libro que han memorizado
-literalmente- durante toda su vida, así es la única forma de preservar los libros en los tiempos de oscuridad, con el objetivo que algún día se impriman nuevamente todos los libros, que se han quemado, y no desaparezcan de la historia de la humanidad.
El eterno recomenzar de todas las cosas
(...)
Sea como fuere, aquellos antiguos tiempos escapaban a la crítica histórica, cuyos primeros rudimentos se componían de aquellas vagas nociones referentes a las antiguas poblaciones dispersas.
Durante más de ocho mil años, la historia, en grados cada vez más completos y exactos, de la Mahart-Iten-Schu no relataba otra cosa que combates y guerras, primero de individuo a individuo, luego de familia a familia, finalmente de tribu a tribu, y en donde cada ser vivo cada colectividad, grande o pequeña, no tenía a lo largo de las eras otro objetivo que asegurar su supremacía sobre sus competidores y se esforzaba con diversa fortuna, a veces adversa, en someterlos a sus leyes.
Después de esos ocho mil años, los recuerdos de los hombres eran un poco más precisos.
Al principio del segundo de los cuatro periodos en los que comúnmente se dividían los anales de la Mahart- Iten- Schu, la leyenda empezaba a merecer más justamente el nombre de historia. Por otro lado, fuera historia o leyenda, la temática de los relatos apenas cambiaba: siempre no eran más que masacres y matanzas -ya no de tribu a tribu, hay que admitirlo, sino ahora de pueblo a pueblo-, por lo que, en buena ley, ese segundo periodo no era muy diferente del primero.
Y lo mismo podía decirse del tercero, cuyo final se hallaba apenas a doscientos años de distancia en el pasado, tras haber durado cerca de seis siglos. Más atroz quizá esa tercera época, durante la cual innumerables ejércitos de hombres, con una rabia insaciable, habían regado la tierra con su sangre.
(...)
El antiguo sentimiento de la raza resucitaba bajo una nueva forma, caracterizada por nuevas palabras. Se hablaba en las conversaciones de “atavismos”, de “afinidades”, de “nacionalismos”, etc., todos ellos vocablos de reciente creación que, respondiendo a una necesidad, habían adquirido rápidamente derecho de ciudadanía. Siguiendo afinidades de origen, de aspecto físico, de tendencias morales, de intereses o simplemente de región y de clima, aparecían grupos que se veían aumentar poco a poco y que empezaban a agitarse.
¿Cómo se desarrollaría esa naciente evolución? ¿Iba a verse dividida la Mahartlten-Schu, como antes, en un gran número de naciones, o sería necesario para mantener la unidad apelar de nuevo a las terribles hecatombes que, durante tantos milenios, habían hecho de la tierra una carnicería…?
(...)
La vida planetaria se divide en dos fases:
antes del hombre y después del hombre. En la primera, la Tierra, en estado de perpetua transformación, es, por esta causa, inhabitable, y está deshabitada. En la segunda, la corteza terrestre ha llegado a un grado de cohesión que permite la estabilidad.
Inmediatamente, teniendo bajo ella un sustrato sólido, aparece la vida. Se inicia con las formas más simples y va complicándose progresivamente para alcanzar al fin al hombre, su expresión última y más perfecta.
El hombre, apenas aparece sobre la Tierra, prosigue inmediatamente y sin descanso su ascensión. Con paso lento pero seguro, se encamina hacia su final, que es el conocimiento perfecto y la dominación absoluta del universo…
(...)
“Oh” -se decía a sí mismo- , “ ¿ admitir que el hombre, ¡hace cuarenta mil años!, hubiera alcanzado una civilización comparable, si no superior, a la que gozamos ahora, y que sus conocimientos, sus adquisiciones, hayan desaparecido sin dejar la menor huella, hasta el punto de obligar a sus descendientes a recomenzar la obra por su base, como si fueran los pioneros de un mundo deshabitado que se extiende ante ellos? … ¡ Eso sería negar el futuro, proclamar que nuestro esfuerzo es vano, y que todo el progreso es tan precario y poco firme como una burbuja de espuma cabalgando en la cresta de una ola! .
(...)
- Seis meses -me ha dicho, añadiendo-. Día más, día menos –ya que cree que es probable que este equivocado.
¡A esto hemos llegado! Han bastado sólo seis meses para que ni siquiera estemos seguros de haber medido exactamente el tiempo ¡Eso promete!
(…)
Es terriblemente cierto que la humanidad, de la que somos los únicos representantes, está en trance de regresión rápida y tiende a acercarse a la brutalidad. Entre los marineros del Virginia, gente ya inculta de por sí, los caracteres de animalidad se han manifestado antes; mi hijo y yo hemos olvidado lo que sabíamos; el doctor Bathurst y el doctor Moreno han dejado que sus cerebros se desecaran. Puede decirse que nuestra vida cerebral se ha visto abolida.
(…)
Al principio de nuestra estancia, algunos de nosotros empezamos a construir casas.
Las construcciones inacabadas se caen ahora en ruinas. Dormimos en el suelo, en cualquier estación.
Desde hace tiempo ya no queda nada de las ropas que nos cubrían. Durante algunos años nos las hemos ingeniado para reemplazarlas con algas tejidas en forma primero ingeniosa, luego cada vez más burda. Finalmente, nos cansamos de este esfuerzo, que la suavidad del clima hace superfluo: ahora vivimos desnudos, como aquellos a los que llamábamos salvajes.
(...)
Pero con ellos, con nosotros, estas tenues huellas de los hombres que fuimos –puesto que en verdad no somos ya hombres- van a desaparecer para siempre. Los del futuro, los nacidos aquí, no conocerán nunca otra existencia más que esta. La humanidad se verá reducida a esos adultos - que tengo ahora aquí ante mis ojos, mientras escribo que no saben leer, ni contar, ni apenas hablar; a esos niños de diente afilados, que parecen no ser más que un vientre insaciable.
Luego, tras ellos, habrá otros adultos y otros niños aún, cada vez más próximos al animal, cada vez más alejados de sus antepasados pensantes.
(...)
Me parece verlos, a eso hombre futuros, con el lenguaje articulado olvidado por completo, la inteligencia apagada, los cuerpos cubiertos de recios pelos, vagando por este árido desierto…
Bien, queremos intentar que las cosas no sean así. Queremos hacer todo lo que aún esté en nuestro poder para que las conquistas de la humanidad que fuimos no queden perdidas para siempre.
El doctor Moreno, el doctor Bathurst y yo despertaremos nuestros abotagados cerebros, les obligaremos a recordar todo lo que han sabido. Compartiendo el trabajo, con este papel y esta tinta procedentes del Virginia, enumeraremos todo lo que conocemos en las diversas categorías de la ciencia, a fin de que, más tarde, los hombres, si perduran, y si, tras un período de salvajismo más o menos largo, sienten renacer su fe de luz, encuentren este resumen de lo que lograron sus antepasados.
(...)
Nuestro trabajo está terminado. He confiado los manuscritos que encierran el resumen de la ciencia humana en una caja de hierro desembarcada del Virginia, y la he hundido profundamente en el suelo. A su lado, voy a hundir también estas pocas páginas enrolladas dentro de un estuche de aluminio.
¿Encontrará alguien alguna vez este legado depositado en la tierra? ¿ Habrá simplemente alguien para buscarlo?
Hay que dejarlo al azar. ¡Solo Dios lo sabe! …
(…)
¡Así pues, aquellas criaturas miserables habían formado parte de una gloriosa humanidad al lado de la cual la humanidad actual apenas iniciaba sus balbuceos! Y, sin embargo, para que la ciencia e incluso el recuerdo de aquellos pueblos tan potentes fueran abolidos, ¿qué había sido necesario? Menos que nada: que un imperceptible estremecimiento recorriera la corteza del planeta.
(…)
Fuera cual fuese, no quedó nada de su obra tras la catástrofe, y el hombre tuvo que reemprender desde abajo la penosa ascensión hacia la luz.
(…)
¿Pero llegaría nunca ese día en que se viera satisfecho el incesante deseo del hombre? ¿Llegaría nunca el día en que este, habiendo terminado de subir la cuesta, pudiera por fin reposar en la cima conquistada?
Así soñaba el zartog Sofr, inclinado sobre el venerable manuscrito.
A través de aquel relato de ultratumba, imaginaba el terrible drama que se desarrolla perpetuamente en el universo, y su corazón estaba lleno de piedad. Sangrado por los innumerables males que todo aquellos que habían vivido antes que él habían sufrido, doblado bajo el peso de aquellos vanos esfuerzos acumulados en el infinito del tiempo, el zartog Sofr – Aï- Sr adquiría, lentamente, dolorosamente, la íntima convicción del eterno recomenzar de todas las cosas.
El eterno Adán
Julio Verne
Sea como fuere, aquellos antiguos tiempos escapaban a la crítica histórica, cuyos primeros rudimentos se componían de aquellas vagas nociones referentes a las antiguas poblaciones dispersas.
Durante más de ocho mil años, la historia, en grados cada vez más completos y exactos, de la Mahart-Iten-Schu no relataba otra cosa que combates y guerras, primero de individuo a individuo, luego de familia a familia, finalmente de tribu a tribu, y en donde cada ser vivo cada colectividad, grande o pequeña, no tenía a lo largo de las eras otro objetivo que asegurar su supremacía sobre sus competidores y se esforzaba con diversa fortuna, a veces adversa, en someterlos a sus leyes.
Después de esos ocho mil años, los recuerdos de los hombres eran un poco más precisos.
Al principio del segundo de los cuatro periodos en los que comúnmente se dividían los anales de la Mahart- Iten- Schu, la leyenda empezaba a merecer más justamente el nombre de historia. Por otro lado, fuera historia o leyenda, la temática de los relatos apenas cambiaba: siempre no eran más que masacres y matanzas -ya no de tribu a tribu, hay que admitirlo, sino ahora de pueblo a pueblo-, por lo que, en buena ley, ese segundo periodo no era muy diferente del primero.
Y lo mismo podía decirse del tercero, cuyo final se hallaba apenas a doscientos años de distancia en el pasado, tras haber durado cerca de seis siglos. Más atroz quizá esa tercera época, durante la cual innumerables ejércitos de hombres, con una rabia insaciable, habían regado la tierra con su sangre.
(...)
El antiguo sentimiento de la raza resucitaba bajo una nueva forma, caracterizada por nuevas palabras. Se hablaba en las conversaciones de “atavismos”, de “afinidades”, de “nacionalismos”, etc., todos ellos vocablos de reciente creación que, respondiendo a una necesidad, habían adquirido rápidamente derecho de ciudadanía. Siguiendo afinidades de origen, de aspecto físico, de tendencias morales, de intereses o simplemente de región y de clima, aparecían grupos que se veían aumentar poco a poco y que empezaban a agitarse.
¿Cómo se desarrollaría esa naciente evolución? ¿Iba a verse dividida la Mahartlten-Schu, como antes, en un gran número de naciones, o sería necesario para mantener la unidad apelar de nuevo a las terribles hecatombes que, durante tantos milenios, habían hecho de la tierra una carnicería…?
(...)
La vida planetaria se divide en dos fases:
antes del hombre y después del hombre. En la primera, la Tierra, en estado de perpetua transformación, es, por esta causa, inhabitable, y está deshabitada. En la segunda, la corteza terrestre ha llegado a un grado de cohesión que permite la estabilidad.
Inmediatamente, teniendo bajo ella un sustrato sólido, aparece la vida. Se inicia con las formas más simples y va complicándose progresivamente para alcanzar al fin al hombre, su expresión última y más perfecta.
El hombre, apenas aparece sobre la Tierra, prosigue inmediatamente y sin descanso su ascensión. Con paso lento pero seguro, se encamina hacia su final, que es el conocimiento perfecto y la dominación absoluta del universo…
(...)
“Oh” -se decía a sí mismo- , “ ¿ admitir que el hombre, ¡hace cuarenta mil años!, hubiera alcanzado una civilización comparable, si no superior, a la que gozamos ahora, y que sus conocimientos, sus adquisiciones, hayan desaparecido sin dejar la menor huella, hasta el punto de obligar a sus descendientes a recomenzar la obra por su base, como si fueran los pioneros de un mundo deshabitado que se extiende ante ellos? … ¡ Eso sería negar el futuro, proclamar que nuestro esfuerzo es vano, y que todo el progreso es tan precario y poco firme como una burbuja de espuma cabalgando en la cresta de una ola! .
(...)
- Seis meses -me ha dicho, añadiendo-. Día más, día menos –ya que cree que es probable que este equivocado.
¡A esto hemos llegado! Han bastado sólo seis meses para que ni siquiera estemos seguros de haber medido exactamente el tiempo ¡Eso promete!
(…)
Es terriblemente cierto que la humanidad, de la que somos los únicos representantes, está en trance de regresión rápida y tiende a acercarse a la brutalidad. Entre los marineros del Virginia, gente ya inculta de por sí, los caracteres de animalidad se han manifestado antes; mi hijo y yo hemos olvidado lo que sabíamos; el doctor Bathurst y el doctor Moreno han dejado que sus cerebros se desecaran. Puede decirse que nuestra vida cerebral se ha visto abolida.
(…)
Al principio de nuestra estancia, algunos de nosotros empezamos a construir casas.
Las construcciones inacabadas se caen ahora en ruinas. Dormimos en el suelo, en cualquier estación.
Desde hace tiempo ya no queda nada de las ropas que nos cubrían. Durante algunos años nos las hemos ingeniado para reemplazarlas con algas tejidas en forma primero ingeniosa, luego cada vez más burda. Finalmente, nos cansamos de este esfuerzo, que la suavidad del clima hace superfluo: ahora vivimos desnudos, como aquellos a los que llamábamos salvajes.
(...)
Pero con ellos, con nosotros, estas tenues huellas de los hombres que fuimos –puesto que en verdad no somos ya hombres- van a desaparecer para siempre. Los del futuro, los nacidos aquí, no conocerán nunca otra existencia más que esta. La humanidad se verá reducida a esos adultos - que tengo ahora aquí ante mis ojos, mientras escribo que no saben leer, ni contar, ni apenas hablar; a esos niños de diente afilados, que parecen no ser más que un vientre insaciable.
Luego, tras ellos, habrá otros adultos y otros niños aún, cada vez más próximos al animal, cada vez más alejados de sus antepasados pensantes.
(...)
Me parece verlos, a eso hombre futuros, con el lenguaje articulado olvidado por completo, la inteligencia apagada, los cuerpos cubiertos de recios pelos, vagando por este árido desierto…
Bien, queremos intentar que las cosas no sean así. Queremos hacer todo lo que aún esté en nuestro poder para que las conquistas de la humanidad que fuimos no queden perdidas para siempre.
El doctor Moreno, el doctor Bathurst y yo despertaremos nuestros abotagados cerebros, les obligaremos a recordar todo lo que han sabido. Compartiendo el trabajo, con este papel y esta tinta procedentes del Virginia, enumeraremos todo lo que conocemos en las diversas categorías de la ciencia, a fin de que, más tarde, los hombres, si perduran, y si, tras un período de salvajismo más o menos largo, sienten renacer su fe de luz, encuentren este resumen de lo que lograron sus antepasados.
(...)
Nuestro trabajo está terminado. He confiado los manuscritos que encierran el resumen de la ciencia humana en una caja de hierro desembarcada del Virginia, y la he hundido profundamente en el suelo. A su lado, voy a hundir también estas pocas páginas enrolladas dentro de un estuche de aluminio.
¿Encontrará alguien alguna vez este legado depositado en la tierra? ¿ Habrá simplemente alguien para buscarlo?
Hay que dejarlo al azar. ¡Solo Dios lo sabe! …
(…)
¡Así pues, aquellas criaturas miserables habían formado parte de una gloriosa humanidad al lado de la cual la humanidad actual apenas iniciaba sus balbuceos! Y, sin embargo, para que la ciencia e incluso el recuerdo de aquellos pueblos tan potentes fueran abolidos, ¿qué había sido necesario? Menos que nada: que un imperceptible estremecimiento recorriera la corteza del planeta.
(…)
Fuera cual fuese, no quedó nada de su obra tras la catástrofe, y el hombre tuvo que reemprender desde abajo la penosa ascensión hacia la luz.
(…)
¿Pero llegaría nunca ese día en que se viera satisfecho el incesante deseo del hombre? ¿Llegaría nunca el día en que este, habiendo terminado de subir la cuesta, pudiera por fin reposar en la cima conquistada?
Así soñaba el zartog Sofr, inclinado sobre el venerable manuscrito.
A través de aquel relato de ultratumba, imaginaba el terrible drama que se desarrolla perpetuamente en el universo, y su corazón estaba lleno de piedad. Sangrado por los innumerables males que todo aquellos que habían vivido antes que él habían sufrido, doblado bajo el peso de aquellos vanos esfuerzos acumulados en el infinito del tiempo, el zartog Sofr – Aï- Sr adquiría, lentamente, dolorosamente, la íntima convicción del eterno recomenzar de todas las cosas.
El eterno Adán
Julio Verne
Guy Montag trabaja en un equipo de bomberos, pero no apaga el fuego, todo lo contrario, él provoca el fuego para quemar los libros. En este vídeo se muestra la primera escena : el primer libro es localizado en una lámpara de techo - se ilumina y se nota la sombra del libro escondido-. El primer libro que se encuentra, es un libro de Don Quijote de Miguel de Cervantes.
En este vídeo se muestra la primera escena : el primer libro es localizado en una lámpara de techo
- se ilumina y se nota la sombra del libro escondido-. El primer libro que se encuentra, es un libro de Don Quijote de Miguel de Cervantes.
- se ilumina y se nota la sombra del libro escondido-. El primer libro que se encuentra, es un libro de Don Quijote de Miguel de Cervantes.
En la gran escena, cuando "los bomberos" de Fahrenheit 451, descubren en una casa una Biblioteca, queman todos los libros y la dueña de la Biblioteca decide morir con sus libros. En la escena - cuando se están quemando los libros- es interesante el primer plano del libro " El mundo de Salvador Dalí" , incluso durante unos segundos, el viento -como si fueran unas manos- hojean el libro de Dalí.
Escena cuando Montag después de huir de "los bomberos 451 " se une a los "hombres libro" que se ocultan en los bosques.
Una de las últimas escenas, cuando un "hombre libro" está muy enfermo -agonizando- está recitando y transmitiendo a un niño, un libro, pero tiene que memorizarlo para convertirse en el próximo "hombre libro" , hasta que pase el tiempo de oscuridad en la Humanidad, vuelvan a imprimirse los textos y no esté prohibido leer libros.
Enlaces :
- El día que murió en la hoguera Jacques de Molay, último gran maestre templario
- El origen del temor a los viernes 13: La maldición de los últimos templarios (...) No en vano, encima de un patíbulo alzado en Notre-Dame, donde se les comunicó la pena,los máximos representantes de la orden renegaron de sus confesiones: «¡Nos consideramos culpables, pero no de los delitos que se nos imputan, sino de nuestra cobardía al haber cometido la infamia de traicionar al Temple por salvar nuestras miserables vidas!».
- Los indios Hopi
- El Gulag de Karagandá
- Saqueo de la Biblioteca Nacional del Perú(parte 1)
- Saqueo de la Biblioteca Nacional del Perú (parte 2)
Giordano Bruno - de nacimiento Filippo Bruno (Nola, Nápoles, 9 de febrero de 1548 - Roma, 17 de febrero de 1600), fue un astrónomo, filósofo, matemático y poeta italiano.
La maldición de los últimos templarios
El miedo por los viernes 13 tiene su epicentro histórico en una fecha que quedó marcada por el misterio y la traición: el viernes 13 de octubre de 1307. En la madrugada de este día, el Rey francés Felipe IV inició una brutal persecución contra la Orden de los Caballeros Templarios que provocó el arresto masivo de sus miembros.
El 12 de octubre de 1307, a la salida de los funerales de la condesa de Valois, el gran maestre, Jacques de Molay y su séquito fueron arrestados y encarcelados. Durante la madrugada del viernes 13, la mayoría de los templarios franceses fueron apresados y sus bienes confiscados bajo pretexto de la Inquisición.
http://www.abc.es/historia/abci-origen-temor-viernes-13-maldicion-ultimos-templarios-201605130356_noticia.html
El miedo por los viernes 13 tiene su epicentro histórico en una fecha que quedó marcada por el misterio y la traición: el viernes 13 de octubre de 1307. En la madrugada de este día, el Rey francés Felipe IV inició una brutal persecución contra la Orden de los Caballeros Templarios que provocó el arresto masivo de sus miembros.
El 12 de octubre de 1307, a la salida de los funerales de la condesa de Valois, el gran maestre, Jacques de Molay y su séquito fueron arrestados y encarcelados. Durante la madrugada del viernes 13, la mayoría de los templarios franceses fueron apresados y sus bienes confiscados bajo pretexto de la Inquisición.
http://www.abc.es/historia/abci-origen-temor-viernes-13-maldicion-ultimos-templarios-201605130356_noticia.html
¿ Cómo nació el Universo ? - La fórmula definitiva ( parte 2 ) RTVE.es canal 2
Escena del famoso encuentro de Indiana Jones con Hitler, cuando quemaban los libros.
Película "Indiana Jones y la Última Cruzada" ( 1989 )
Película "Indiana Jones y la Última Cruzada" ( 1989 )