Breve autobiografía
Zeus visitó una noche a mi madre, Olimpia, en forma de serpiente y la sedujo, y el fruto de esa unión soy yo, destinado a ser rey, mucho más grande que el rey Filipo II, mi padre, quien había sido elegido como mi progenitor, el más grande entre los mortales. Mi linaje se remonta hasta Heracles; Olimpia de Epiro, era hija de Neoptólemo I de Epiro, rey de Molosia, en la región de Epiro, cuyo reino se originó con la dinastía eácida, que descendía de Molosos, hijo de Neoptólemo, quien era hijo de Aquiles.
Por la línea de Filipo II, era descendiente de la dinastía argéada que sentía la honra y el orgullo de ser herederos de Heracles, y que gobernaban hace siglos Macedonia. A la mitad de su vida, había destronado a su sobrino Amintas IV para gobernar en solitario y se enfrentó a los problemas de Macedonia: peonios, ilirios, calcidios, atenienses y tracios. Sin embargo, con la diplomacia quería lograr la unidad entre todos para ir contra su enemigo principal y el más peligroso: el Imperio Persa.
El rey Filipo II era un buen líder y, excelente militar cuando tenía que enfrentarse a sus enemigos y la diplomacia era su mejor arma para lograr acuerdos y, evitar más enfrentamientos innecesarios, pero, cuando no funcionaba ninguna alternativa, recurría a los sobornos o a la fuerza salvaje.
Mi nacimiento fue anunciado al rey Filipo II cuando se encontraba en plena campaña bélica contra los peonios, eternos enemigos de Macedonia, ocurrió el incendio en el Artemision de Éfeso, la victoria del general Parmenión sobre los ilirios y la victoria de una de sus cuadrigas en los Juegos Olímpicos y, sí en ese momento me convertí en el tercer hijo varón del rey de Macedonia, pues él mismo interpretó la noticia como un augurio de los dioses.
Filipo II se empeñó en reformar el ejército macedonio y, convertirlo en una arma bélica fuerte e imparable, que superara al de Pelópidas y de Epaminondas, que él mismo conoció como rehén en Tebas. El ejército macedonio, no estaba compuesto por muchos hombres , como hubiera querido Filipo II, pero sí estaba altamente preparado en armamento y tácticas militares y, su base es la infantería pesada, organizada por falanges, como en el resto de Grecia, pero más perfeccionada, obra del mismo rey Filipo II.
En ese contexto, me tocó vivir a lado de mi padre, que había decidido abandonar a mi madre para casarse con Cleopatra Eurídice de Macedonia y, eso contentó al pueblo que siempre vio a Olimpia como una extranjera y no como su reina. En ese momento estaba muy claro, mi padre se encontraba siempre combatiendo contra sus enemigos, podía ser herido de muerte, entonces mi madre y yo, quizá estábamos condenados al destierro o incluso a la muerte, por ese motivo los enfrentamientos y las suspicacias era algo cotidiano en el reinado de Filipo II.
El santuario délfico fue la excusa para el enfrentamiento entre los tebanos y los focios, porque detrás de ese conflicto religioso, se encontraba la ambición y la hegemonía de Grecia central y, el rey Filipo aprovechó esta situación para intervenir en Tesalia y más adelante dirigirse contra Calcídica, cuyas ciudades terminan cayendo en su poder y formando parte del reino de Macedonia.
A partir de este evento, mi padre se ganó adeptos en Grecia y en Atenas, sobre todo un grupo de simpatizantes filomacedónicos, que proponía la unión de todos los griegos y, como líder central, al rey de Macedonia, para ejecutar la lucha contra los bárbaros, lucha en que habían fracasado Atenas, Esparta y Tebas, sin embargo esta idea siempre encontraba rechazo entre los enemigos de Filipo, como el antimacedonio Demóstenes.
Utilizando su liderazgo militar y diplomático, Filipo logró unir las ciudades de la antigua Grecia porque necesitaba el apoyo de todos los griegos para preparar las acciones militares contra los persas, objetivo que logró después de establecer la Liga de Corinto, todos se adhirieron, menos el pueblo espartano, que no aceptó asociarse en dicha alianza militar. A pesar de los éxitos conseguidos en Grecia y en Macedonia, como establecer la Liga de Corinto, el rey no llegaría a ver toda su obra y a liderar la campaña militar más importante de su vida.
A pesar de tener enemigos griegos, mi padre sentía admiración por la cultura helénica y consolidó sus orígenes griegos, confiando mi educación al sabio Aristóteles. Por ese motivo me alejé de mi hogar por tres años, para ir a la escuela del sabio griego Aristóteles, en Mieza, al suroeste de Pella, él fue quien me enseñó todo sobre la cultura helénica, a conocer al héroe Aquiles.
De mi crianza se ocupó Hellenike y de mi educación de aquel tiempo, Leónidas, hombre de costumbres austeras, quien pretende templar mi carácter con fuertes ejercicios físicos diariamente, lecciones bien trabajadas, comidas ligeras y sencillas, religiosidad rigurosa y no podía poseer lujos. Mi formación fue desde el principio bilingüe, pues podía comunicarme en perfecto ático con los embajadores extranjeros y en macedonio con mezcla de tesalio y epirota con sus aguerridos soldados y con los pastores de las montañas.
Desde los primeros años de mi vida, tuvo relevancia mi formación física, por ese motivo mi maestro se esforzó en adoctrinarme y ejercitarme en la lucha, las carreras, el lanzamiento de la jabalina y los saltos de altura y longitud y, de manera especial el arte de comprender a los caballos, de gran ayuda y muy importante para un futuro comandante de caballería, que pronto lucharía a lado del rey de Macedonia.
Se celebraba la boda de mi hermana Cleopatra con el rey Alejandro el Moloso de Epiro, acudieron las familias reales, sus parientes, y los personajes más importantes de Grecia, el rey en su afán de mostrarse cercano a sus súbditos entró al teatro de Egas sin escolta y, fue atacado por un macedonio , hiriendo de muerte a mi padre, su sangre rodeó su cuerpo de forma inmediata y, su vestidura blanca que había elegido para la ocasión.
Recibí el legado más grande de mi padre: el ejército mejor entrenado y disciplinado del mundo y, después de aplacar conflictos internos, preparé una campaña militar contra los persas, reuniendo a lo mejores estrategas de guerra, sabios, historiadores, conocedores del territorio persa, para conocer sus debilidades y sus mayores fortalezas , no podía subestimar el poder del Gran Rey del Imperio.
Después que mi padre fuera despedido y enterrado con honor, en Palatitsa
(Verginia) como se merecía el rey Filipo II , respetando las costumbres religiosas del pueblo y de mis antepasados. El general Antípatro siguiendo la costumbre macedonia, convoca una asamblea militar y, me proclaman rey macedonio por mis méritos personales y ante la ausencia de rivales, y si quedaban, era tiempo de eliminarlos.
En todo los rincones de la ciudad de Macedonia, se murmuraba que el asesinato del rey había sido una conspiración y, que por ese motivo el macedonio Pausanias fue ejecutado inmediatamente para no delatar a sus cómplices. La nueva esposa de mi padre y su familia sospechaban de mi madre y de mí, porque desde el principio no aceptábamos ese matrimonio y, ponía en peligro mis privilegios en el reino de Macedonia como sucesor al trono.
En Macedonia también se creía que sus enemigos de Tebas y Atenas habían conspirado contra Filipo II, con ayuda de los sobornos y el oro del Imperio Persa. Así que decidí acallar todo tipo de murmuraciones sobre el asesinato del rey .
Me indigné con Olimpia por haber ordenado eliminar a Cleopatra Eurídice y a sus hijos Europa y Carano, pensé que solo el destierro era suficiente, su venganza había sido temeraria, pues Cleopatra pertenecía a una familia noble de Macedonia y, podíamos enfurecer a más gente y aumentar los rivales internos, situación aprovechada por los persas.
Mientras estaba preparando la campaña militar contra el Imperio persa, se levantó otra revuelta, esta vez fueron los atenienses y los tebanos, enarbolando banderas, llamaban al resto de la Hélade para librarse de una vez por todas, del sometimiento de los bárbaros macedonios.
Después de llegar a un acuerdo con Atenas, me dirijo a Tebas, buscando, a través de la diplomacia, llegar a un pacto, pero no recibo la misma respuesta que el pueblo ateniense. Yo había seguido los consejos de mis asesores, aplicando la diplomacia, como lo había hecho mi padre, pero el conflicto con Tebas, me dio la oportunidad de dar un castigo ejemplar y, así quedaría como aviso disuasorio a mis enemigos.
Cléadas me aconsejó que no castigue de forma violenta a Tabas, recordando mis orígenes tebanos, como descendiente de Heracles y, el tiempo que pasó mi padre en Tebas, pero la presión de los aliados de la liga de Corinto, tuvo más fuerza en mi decisión: ordené que salgan todos los sacerdotes, a todos los huéspedes de los macedonios, a los descendientes de Píndaro y los que se habían opuesto a la sublevación. El resto de pobladores de Tebas, se puso en venta como esclavos, la ciudad es destruida y sus tierras repartidas entre los vencedores.
El rey Darío III descendía de una larga y convulsa sucesión de reyes, de la Dinastía Aqueménida. El Imperio Persa se originó de una de las tribus nómades que se asentaron en la meseta de Irán y, que luego se expandieron y se fusionaron con otros pueblos, en Oriente Medio, fundando ciudades y arrasando con los pueblos que no se sometían a su reino, para ello utilizaban mercenarios, espías, el soborno y el oro y, su poderoso ejército, conformado también por una guardia real de diez mil hombres, conocidos como “los inmortales”.
El Imperio persa tenía bajo su poder a los persas, medos, babilonios, asirios, sirios, fenicios, judíos, egipcios, lydios, griegos, elamitas, armenios, hircanios, partos, bactrios, sogdianos, aracosios, indios, etc. Se hablaban todas las lenguas a lo largo del Imperio, pero el arameo, era utilizado como lengua administrativa, aunque el persa era el idioma más importante.
Los Sátrapas tenían el poder administrativo de asegurar el orden en el imperio y, por lo tanto tenían autonomía y dinero para controlar a los pueblos sometidos y, se encargaban de cobrar los impuestos según la economía de cada provincia, sin embargo, el poder de los sátrapas era vigilado por un funcionario civil y, por un jefe militar, que a su vez _todos ellos_ eran inspeccionados por los enviados del rey persa, llamados : “los ojos y oídos del rey” .
Guerra contra los persas: rumbo al fin del mundo
Después de realizar los cultos religiosos y consultar al oráculo de Delfos, partimos de Pella para dirigir el ejército a Sesto, en la parte más estrecha del Helesponto. El ejército fue embarcado al mando Parmenión, a la parte asiática del Helesponto, cuando llegamos al lugar decidí primero lanzar la jabalina con todas mis fuerzas, como si la lanzara al fin del mundo: en territorio asiático, así la jabalina representaba el símbolo de conquista o proclamación de guerra.
El primer enfrentamiento fue en la Batalle del Gránico, nuestro ejército estaba en desventaja numérica comparado a las poderosas milicias de Darío III, un ejército compuesto de persas y mercenarios. Sin embargo, logramos la victoria, los persas solo consiguieron partirme mi casco y, Clitos el Negro acabó con Espitrídates, el sátrapa de Lydia y de Jonia.
Logramos ocupar la ciudad de Éfeso, el templo de Ártemis , la ciudades de Eólide y Jonia, Mileto, el puerto de Lade donde me enfrenté a la fuerza naval persa, y después de un combate violento contra el ejército del imperio, al mando de Memnón, ocupamos la ciudad de Halicarnaso.
Conquistamos Anatolia, ocupando las ciudades de la región de Frigia, al mando de Parmenión, como la ciudad de Gordio, y me dirigí al templo de Zeus donde se encontraba el carro del mítico rey Gordio, padre del legendario Midas. El carro tenía un yugo sujeto con un nudo complejo, porque estaba formado por gran cantidad de nudos entrelazados, la tradición decía que quien fuese capaz de deshacerlo conquistaría el imperio de Asia, nadie había logrado hacerlo, ni siquiera yo, así que decidí solucionarlo a mi manera: desenvainé mi espada y cercené el nudo de un tajo, y exclamé : ¡ ya está desatado! . El oráculo se cumplía.
Así, durante el trayecto conquisté Ancira, , Capadocia, y me dirigí hacia las Puertas Cilicias, donde batalla de Issos fue decisiva , pero una vez más los persas nos superaban en número, así que tuve que evaluar la situación e idear un plan para minimizar los obstáculos frente al ejército del reino de la dinastía aqueménida.
Tras la violenta lucha entre las tropas de un bando y de otro, Darío III que siempre se presentaba en un carro de guerra, al verse perdido y con el temor de ser capturado vivo, huyó en un caballo que siempre tenía preparado para este tipo de situaciones. El resto de guerreros persas se dispersaron, al ver que el rey abandonaba el campo de batalla.
Sin embargo, el tesoro más valioso en Issos fue la captura de la familia real, pues la madre, sus hijos y su esposa-hermana del rey persa cayeron en mis manos, con el tiempo, por razones de estrategia política, desposé a Estatira ( esposa de Darío ) y Drypetis ( hija del rey persa ) se casó con Hefestión.
Continué en busca de más victorias, y a la caza del rey aqueménida, así que avancé por Fenicia, ocupando Biblos, por un acuerdo político, económico y estratégico, lo mismo pasó con Sidón entregada por el mismo rey Estratón. Luego me dirigí hacia Tiro, que no fue nada fácil someter, pues siete meses tardamos en ocuparla, al no aceptar la opción diplomática y pacífica.
Así que mandé construir un terraplén para conectar la isla con el continente, hasta dos veces, para cambiar la posición del terraplén y no nos afecte el viento y nos golpee con virulencia las olas del mar. Desde la murallas y por mar nos atacaban los pobladores de Tiro. El asedio de la isla costó la vida de muchos hombres del ejército macedonio y, cuando finalmente logramos romper sus muros, decidí no tener piedad de Tiro.
Al resto de los pobladores y mercenarios de Tiro que sobrevivieron a la batalla fueron cautivos y vendidos para la servidumbre, o enviados a Macedonia y Grecia como esclavos, y a unos dos mil rebeldes, mandé a crucificarlos. Así conquisté Tiro, con más furia que el mismo Aquiles.
Mi ejército y yo partimos hacia Egipto, uno de los lugares más ricos del imperio persa, pero en el trayecto, me tuve que enfrentar con la ciudad de Gaza, que estaba gobernado por Batis, intenté negociar la entrega de la ciudad, para no destruirla y no tener que sepultar a más macedonios, pero rechazaron negociar.
Destruimos todos los obstáculos, ocupando la ciudad, pero logramos capturar a Batis con vida, ordené que fuera ejecutado, atándolo a un carro por los talones, como Aquiles arrastró a Héctor, solo que Batis estaba aún con vida y fue arrastrado por el carro hasta morir, desde ese momento pensé que no era muy buena idea siempre premiar a los enemigos valerosos, era mejor destruirlos como hacían los persas y los pobladores de aquellas ciudades antiguas, donde en la guerra, para ellos, los enemigos eran irrecuperables.
En Egipto, uno de los países más ricos del imperio persa, tenía que enfrentarme con el sátrapa Mázaces, que tenía conocimiento de la batalla de Issos y de la huida de Darío, y era realista de sus insuficiente fuerzas para enfrentar al ejército macedonio. A esta situación se añadía la antipatía que sentían la población egipcia hacia los usurpadores persas, sin embargo, con los griegos mantuvieron una buena relación en el pasado, hasta la conquista del imperio persa, por todas estas razones, Mázaces no se resistió, es así como Egipto quedó bajo mi dominio, mucho más cuando me dirigí hacia el Imperio Antiguo, donde soy reconocido por el clero egipcio como “ rey del Alto y del Bajo Egipto” y “ Biennamado de Amón y Preferido de Ra” e “ Hijo de Ra” , es decir, soy reconocido faraón de Egipto y con poder absoluto.
La batalla final fue en la aldea de Gaugamela, el choque más violento fue en el ala derecha del ejército macedonio donde me encontraba yo, contra el ala izquierda y el centro del ejército persa, donde estaba el rey del imperio, intenté romper la formación persa para llegar a Darío, el auriga del rey fue muerto, causando confusión alrededor del carro del rey persa, muchos pensaron que había muerto, pero el rey del imperio una vez más abandonó el campo de batalla.
El ejército persa fue derrotado en la batalla de Gaugamela, así que me dirigí a las ciudades de Babilonia y Susa. Cuando entramos a Babilonia fuimos recibidos con ovación y júbilo por el pueblo que detestaba a los persas, también salieron a recibirme los magos, sacerdotes, astrólogos y los personajes más prestigiosos de la imponente ciudad, acompañándome hasta el palacio real.
Una de las primeras cosas que llevé a cabo, como en otros territorios ocupados, fue ordenar construir el templo de Marduk y, los mismos sacerdotes me proclaman “Rey de las cuatro partes del mundo, como en Egipto, había sido nombrado Faraón.
Me apoderé del tesoro real y luego ordené saquear la ciudad e incendiar los palacios reales de Persépolis , como venganza por el saqueo que sufrió Grecia por los persas en las guerras médicas, decisión que tomé en contra de la opinión de Parmenión, que dijo que parecía un saqueador más y, no un monarca definitivo si yo mismo destruía lo que me pertenecía, pero al final tuve que ordenar su destrucción, porque así había sido requerida por la liga helénica, de la cual yo era hegemenón.
Intenté dar alcance al rey macedonio, y los persas desertores me mostraron el camino más rápido para encontrarlo junto a Bessos y Satibarzanes, tenía que acelerar la marcha, porque presentía que el rey persa moriría en manos de los mismos mercenarios o traidores. Finalmente hieren de muerte a Darío, y lo dejan abandonado, hasta que fue encontrado por los macedonios en Hecatombeoin .
Ordené que llevaran el cadáver del rey macedonio a Persépolis , y posteriormente tomé medidas drásticas contra los regicidas persas. Inmediatamente decidí que entregaran el cuerpo de Darío a su madre, para que recibiera sepultura como le corresponde a un miembro de la familia imperial, en el panteón real persa, en Persépolis, así termina la era del reinado de Darío III, descendiente de la dinastía aqueménida, el rey más rico y poderoso que existió en el mundo conocido.
Soy informado sobre una conspiración para asesinarme, en la cual estaba participando Filotas, hijo de Parmenión, que fue juzgado y ejecutado por el consejo militar, al mismo tiempo envié una carta a Cleandro, Sitalces y Menidas, subalternos que luchaban a lado del padre de Filotas, en la carta ordenaba su ejecución, porque no podía concebir la idea que Filotas estaba planeando mi muerte, sin el conocimiento de su padre, así que Parmenión, quien más me había apoyado en la campaña de Asia, fue eliminado, como advertencia a futuros conspiradores y traidores.
En la celebración de Marakanda, queríamos olvidar las muertes y el sufrimiento de la campaña militar, así que todos bebimos y nos entregamos a la alegría de la fiesta, pero no pude evitar recordar la gloria y todo lo que había conseguido, recordando a todos los presentes, a los oficiales y a mis amigos del consejo, que mis gestas eran más heroicas que las de mi padre, y después de un breve silencio, Clitos el Negro me respondió : te equivocas Alejandro, ¡ toda tu gloria se la debes a tu padre! , esa contestación me enfureció terriblemente, y cogí una lanza, matándole en el acto, al ver lo que había hecho me derrumbé y lloré sin parar, por la muerte de mi amigo.
Ordené a todos que se inclinaran delante de mi presencia y me besaran como acto de respeto al rey, como era costumbre en esta región, por ser representación divina en la tierra, que les había dirigido hacia la gloria y la libertad, pero muchos se negaron a obedecerme, uno de mis hombres de confianza que rechazó cumplir la orden, fue Calístenes, que llegó a decirme que era víctima de mi propio éxito y, me estaba transformando en un bárbaro, un déspota y un tirano. Ante esta situación de rebeldía, mandé a detener a Calístenes y que fuera torturado hasta que cambie de idea, pues no podía ser juzgado y ejecutado por su condición privilegiada, al final, mi amigo Calístenes murió durante su cautiverio.
Me enfrenté al rajá Poros de la India y su imponente ejército, pero lo que más nos impactó fueron las enormes bestias, eran doscientos elefantes de guerra, con una altura de tres metros. Pero vencimos una vez más, el rajá Poros huyó con su elefante, y cuando logramos alcanzarle, me sorprendió ver a la enorme bestia, arrodillarse con mucho cuidado para que el exhausto rajá bajara, y con su trompa le sacaba los dardos, atacando ferozmente a los macedonios que se aproximaban a su dueño, hasta que el elefante murió acribillado en la contienda.
Finalmente nombré a Poros como sátrapa de esta región, por la admiración que tenía de su valor y la forma como había organizado su ejército, utilizando de forma admirable a los elefantes, pero también necesitaba un hombre como él al mando, para controlar esa zona. Desde ese momento nuestros mundos se unieron y la lealtad de Poros, y de su reino, fue total.
Después de una larga y terrible travesía, logramos cruzar el desierto y llegar a la ciudad persa de Susa, donde ordené a un centenar de oficiales macedonios a casarse con mujeres persas, aquellos matrimonios serían permanentes, formando familias y con muchos hijos mestizos, macedonios-persas, pues serían los príncipes del futuro. Sin embargo, mis hombres rechazaban esos enlaces, y por supuesto, yo sabía que aumentaba su resentimiento, mucho más, pero era necesario unir a los griegos y a los macedonios con los persas, por el porvenir y control de la región, yo mismo me casé con tres mujeres extranjeras para dar ejemplo a mis oficiales, porque si quiero gobernar un imperio tan diverso, era necesario mezclar las culturas.
Muerte de Alejandro Magno
Una calurosa noche, en Babilonia, después de una desenfrenada fiesta, caigo gravemente enfermo y mis oficiales macedonios se reúnen a mi alrededor con rostros de pesadumbre, anteriormente había perdido a mi gran amigo Hefestión, y estaba construyendo un templo en su honor, como héroe divino, porque así me recomendó el Oráculo de Siwa.
He caído enfermo, igual que Hefestión, nadie puede descubrir qué me está matando, no puedo levantarme de mi lecho, después de llevar a mi ejército hasta el fin del mundo, destruir el imperio persa, fundar y construir nuevas ciudades, ahora una desconocida enfermedad está acabando conmigo, justo cuando había logrado poner fin al antiguo mundo y, unir dos culturas para siempre, me hieren en el talón, como a Aquiles.
Mis oficiales se encuentran a mi alrededor, esperando lo peor, ¿pensando en mi muerte?, ¿qué destinos les esperaba? ¿cómo se repartirían el imperio? ¿ qué historias contarían de mis gestas militares? , ellos me hablaban, pero no podía escucharles, donde me encontraba, todo era lejano y cercano al mismo tiempo, lograba ver sus rostros desdibujados, que continuamente me preguntaban, y no sé , si yo respondía, solo pensaba insistentemente en mi padre, y le decía : “Filipo, después de todo, tú no llegaste tan lejos”.
Por la línea de Filipo II, era descendiente de la dinastía argéada que sentía la honra y el orgullo de ser herederos de Heracles, y que gobernaban hace siglos Macedonia. A la mitad de su vida, había destronado a su sobrino Amintas IV para gobernar en solitario y se enfrentó a los problemas de Macedonia: peonios, ilirios, calcidios, atenienses y tracios. Sin embargo, con la diplomacia quería lograr la unidad entre todos para ir contra su enemigo principal y el más peligroso: el Imperio Persa.
El rey Filipo II era un buen líder y, excelente militar cuando tenía que enfrentarse a sus enemigos y la diplomacia era su mejor arma para lograr acuerdos y, evitar más enfrentamientos innecesarios, pero, cuando no funcionaba ninguna alternativa, recurría a los sobornos o a la fuerza salvaje.
Mi nacimiento fue anunciado al rey Filipo II cuando se encontraba en plena campaña bélica contra los peonios, eternos enemigos de Macedonia, ocurrió el incendio en el Artemision de Éfeso, la victoria del general Parmenión sobre los ilirios y la victoria de una de sus cuadrigas en los Juegos Olímpicos y, sí en ese momento me convertí en el tercer hijo varón del rey de Macedonia, pues él mismo interpretó la noticia como un augurio de los dioses.
Filipo II se empeñó en reformar el ejército macedonio y, convertirlo en una arma bélica fuerte e imparable, que superara al de Pelópidas y de Epaminondas, que él mismo conoció como rehén en Tebas. El ejército macedonio, no estaba compuesto por muchos hombres , como hubiera querido Filipo II, pero sí estaba altamente preparado en armamento y tácticas militares y, su base es la infantería pesada, organizada por falanges, como en el resto de Grecia, pero más perfeccionada, obra del mismo rey Filipo II.
En ese contexto, me tocó vivir a lado de mi padre, que había decidido abandonar a mi madre para casarse con Cleopatra Eurídice de Macedonia y, eso contentó al pueblo que siempre vio a Olimpia como una extranjera y no como su reina. En ese momento estaba muy claro, mi padre se encontraba siempre combatiendo contra sus enemigos, podía ser herido de muerte, entonces mi madre y yo, quizá estábamos condenados al destierro o incluso a la muerte, por ese motivo los enfrentamientos y las suspicacias era algo cotidiano en el reinado de Filipo II.
El santuario délfico fue la excusa para el enfrentamiento entre los tebanos y los focios, porque detrás de ese conflicto religioso, se encontraba la ambición y la hegemonía de Grecia central y, el rey Filipo aprovechó esta situación para intervenir en Tesalia y más adelante dirigirse contra Calcídica, cuyas ciudades terminan cayendo en su poder y formando parte del reino de Macedonia.
A partir de este evento, mi padre se ganó adeptos en Grecia y en Atenas, sobre todo un grupo de simpatizantes filomacedónicos, que proponía la unión de todos los griegos y, como líder central, al rey de Macedonia, para ejecutar la lucha contra los bárbaros, lucha en que habían fracasado Atenas, Esparta y Tebas, sin embargo esta idea siempre encontraba rechazo entre los enemigos de Filipo, como el antimacedonio Demóstenes.
Utilizando su liderazgo militar y diplomático, Filipo logró unir las ciudades de la antigua Grecia porque necesitaba el apoyo de todos los griegos para preparar las acciones militares contra los persas, objetivo que logró después de establecer la Liga de Corinto, todos se adhirieron, menos el pueblo espartano, que no aceptó asociarse en dicha alianza militar. A pesar de los éxitos conseguidos en Grecia y en Macedonia, como establecer la Liga de Corinto, el rey no llegaría a ver toda su obra y a liderar la campaña militar más importante de su vida.
A pesar de tener enemigos griegos, mi padre sentía admiración por la cultura helénica y consolidó sus orígenes griegos, confiando mi educación al sabio Aristóteles. Por ese motivo me alejé de mi hogar por tres años, para ir a la escuela del sabio griego Aristóteles, en Mieza, al suroeste de Pella, él fue quien me enseñó todo sobre la cultura helénica, a conocer al héroe Aquiles.
De mi crianza se ocupó Hellenike y de mi educación de aquel tiempo, Leónidas, hombre de costumbres austeras, quien pretende templar mi carácter con fuertes ejercicios físicos diariamente, lecciones bien trabajadas, comidas ligeras y sencillas, religiosidad rigurosa y no podía poseer lujos. Mi formación fue desde el principio bilingüe, pues podía comunicarme en perfecto ático con los embajadores extranjeros y en macedonio con mezcla de tesalio y epirota con sus aguerridos soldados y con los pastores de las montañas.
Desde los primeros años de mi vida, tuvo relevancia mi formación física, por ese motivo mi maestro se esforzó en adoctrinarme y ejercitarme en la lucha, las carreras, el lanzamiento de la jabalina y los saltos de altura y longitud y, de manera especial el arte de comprender a los caballos, de gran ayuda y muy importante para un futuro comandante de caballería, que pronto lucharía a lado del rey de Macedonia.
Se celebraba la boda de mi hermana Cleopatra con el rey Alejandro el Moloso de Epiro, acudieron las familias reales, sus parientes, y los personajes más importantes de Grecia, el rey en su afán de mostrarse cercano a sus súbditos entró al teatro de Egas sin escolta y, fue atacado por un macedonio , hiriendo de muerte a mi padre, su sangre rodeó su cuerpo de forma inmediata y, su vestidura blanca que había elegido para la ocasión.
Recibí el legado más grande de mi padre: el ejército mejor entrenado y disciplinado del mundo y, después de aplacar conflictos internos, preparé una campaña militar contra los persas, reuniendo a lo mejores estrategas de guerra, sabios, historiadores, conocedores del territorio persa, para conocer sus debilidades y sus mayores fortalezas , no podía subestimar el poder del Gran Rey del Imperio.
Después que mi padre fuera despedido y enterrado con honor, en Palatitsa
(Verginia) como se merecía el rey Filipo II , respetando las costumbres religiosas del pueblo y de mis antepasados. El general Antípatro siguiendo la costumbre macedonia, convoca una asamblea militar y, me proclaman rey macedonio por mis méritos personales y ante la ausencia de rivales, y si quedaban, era tiempo de eliminarlos.
En todo los rincones de la ciudad de Macedonia, se murmuraba que el asesinato del rey había sido una conspiración y, que por ese motivo el macedonio Pausanias fue ejecutado inmediatamente para no delatar a sus cómplices. La nueva esposa de mi padre y su familia sospechaban de mi madre y de mí, porque desde el principio no aceptábamos ese matrimonio y, ponía en peligro mis privilegios en el reino de Macedonia como sucesor al trono.
En Macedonia también se creía que sus enemigos de Tebas y Atenas habían conspirado contra Filipo II, con ayuda de los sobornos y el oro del Imperio Persa. Así que decidí acallar todo tipo de murmuraciones sobre el asesinato del rey .
Me indigné con Olimpia por haber ordenado eliminar a Cleopatra Eurídice y a sus hijos Europa y Carano, pensé que solo el destierro era suficiente, su venganza había sido temeraria, pues Cleopatra pertenecía a una familia noble de Macedonia y, podíamos enfurecer a más gente y aumentar los rivales internos, situación aprovechada por los persas.
Mientras estaba preparando la campaña militar contra el Imperio persa, se levantó otra revuelta, esta vez fueron los atenienses y los tebanos, enarbolando banderas, llamaban al resto de la Hélade para librarse de una vez por todas, del sometimiento de los bárbaros macedonios.
Después de llegar a un acuerdo con Atenas, me dirijo a Tebas, buscando, a través de la diplomacia, llegar a un pacto, pero no recibo la misma respuesta que el pueblo ateniense. Yo había seguido los consejos de mis asesores, aplicando la diplomacia, como lo había hecho mi padre, pero el conflicto con Tebas, me dio la oportunidad de dar un castigo ejemplar y, así quedaría como aviso disuasorio a mis enemigos.
Cléadas me aconsejó que no castigue de forma violenta a Tabas, recordando mis orígenes tebanos, como descendiente de Heracles y, el tiempo que pasó mi padre en Tebas, pero la presión de los aliados de la liga de Corinto, tuvo más fuerza en mi decisión: ordené que salgan todos los sacerdotes, a todos los huéspedes de los macedonios, a los descendientes de Píndaro y los que se habían opuesto a la sublevación. El resto de pobladores de Tebas, se puso en venta como esclavos, la ciudad es destruida y sus tierras repartidas entre los vencedores.
El rey Darío III descendía de una larga y convulsa sucesión de reyes, de la Dinastía Aqueménida. El Imperio Persa se originó de una de las tribus nómades que se asentaron en la meseta de Irán y, que luego se expandieron y se fusionaron con otros pueblos, en Oriente Medio, fundando ciudades y arrasando con los pueblos que no se sometían a su reino, para ello utilizaban mercenarios, espías, el soborno y el oro y, su poderoso ejército, conformado también por una guardia real de diez mil hombres, conocidos como “los inmortales”.
El Imperio persa tenía bajo su poder a los persas, medos, babilonios, asirios, sirios, fenicios, judíos, egipcios, lydios, griegos, elamitas, armenios, hircanios, partos, bactrios, sogdianos, aracosios, indios, etc. Se hablaban todas las lenguas a lo largo del Imperio, pero el arameo, era utilizado como lengua administrativa, aunque el persa era el idioma más importante.
Los Sátrapas tenían el poder administrativo de asegurar el orden en el imperio y, por lo tanto tenían autonomía y dinero para controlar a los pueblos sometidos y, se encargaban de cobrar los impuestos según la economía de cada provincia, sin embargo, el poder de los sátrapas era vigilado por un funcionario civil y, por un jefe militar, que a su vez _todos ellos_ eran inspeccionados por los enviados del rey persa, llamados : “los ojos y oídos del rey” .
Guerra contra los persas: rumbo al fin del mundo
Después de realizar los cultos religiosos y consultar al oráculo de Delfos, partimos de Pella para dirigir el ejército a Sesto, en la parte más estrecha del Helesponto. El ejército fue embarcado al mando Parmenión, a la parte asiática del Helesponto, cuando llegamos al lugar decidí primero lanzar la jabalina con todas mis fuerzas, como si la lanzara al fin del mundo: en territorio asiático, así la jabalina representaba el símbolo de conquista o proclamación de guerra.
El primer enfrentamiento fue en la Batalle del Gránico, nuestro ejército estaba en desventaja numérica comparado a las poderosas milicias de Darío III, un ejército compuesto de persas y mercenarios. Sin embargo, logramos la victoria, los persas solo consiguieron partirme mi casco y, Clitos el Negro acabó con Espitrídates, el sátrapa de Lydia y de Jonia.
Logramos ocupar la ciudad de Éfeso, el templo de Ártemis , la ciudades de Eólide y Jonia, Mileto, el puerto de Lade donde me enfrenté a la fuerza naval persa, y después de un combate violento contra el ejército del imperio, al mando de Memnón, ocupamos la ciudad de Halicarnaso.
Conquistamos Anatolia, ocupando las ciudades de la región de Frigia, al mando de Parmenión, como la ciudad de Gordio, y me dirigí al templo de Zeus donde se encontraba el carro del mítico rey Gordio, padre del legendario Midas. El carro tenía un yugo sujeto con un nudo complejo, porque estaba formado por gran cantidad de nudos entrelazados, la tradición decía que quien fuese capaz de deshacerlo conquistaría el imperio de Asia, nadie había logrado hacerlo, ni siquiera yo, así que decidí solucionarlo a mi manera: desenvainé mi espada y cercené el nudo de un tajo, y exclamé : ¡ ya está desatado! . El oráculo se cumplía.
Así, durante el trayecto conquisté Ancira, , Capadocia, y me dirigí hacia las Puertas Cilicias, donde batalla de Issos fue decisiva , pero una vez más los persas nos superaban en número, así que tuve que evaluar la situación e idear un plan para minimizar los obstáculos frente al ejército del reino de la dinastía aqueménida.
Tras la violenta lucha entre las tropas de un bando y de otro, Darío III que siempre se presentaba en un carro de guerra, al verse perdido y con el temor de ser capturado vivo, huyó en un caballo que siempre tenía preparado para este tipo de situaciones. El resto de guerreros persas se dispersaron, al ver que el rey abandonaba el campo de batalla.
Sin embargo, el tesoro más valioso en Issos fue la captura de la familia real, pues la madre, sus hijos y su esposa-hermana del rey persa cayeron en mis manos, con el tiempo, por razones de estrategia política, desposé a Estatira ( esposa de Darío ) y Drypetis ( hija del rey persa ) se casó con Hefestión.
Continué en busca de más victorias, y a la caza del rey aqueménida, así que avancé por Fenicia, ocupando Biblos, por un acuerdo político, económico y estratégico, lo mismo pasó con Sidón entregada por el mismo rey Estratón. Luego me dirigí hacia Tiro, que no fue nada fácil someter, pues siete meses tardamos en ocuparla, al no aceptar la opción diplomática y pacífica.
Así que mandé construir un terraplén para conectar la isla con el continente, hasta dos veces, para cambiar la posición del terraplén y no nos afecte el viento y nos golpee con virulencia las olas del mar. Desde la murallas y por mar nos atacaban los pobladores de Tiro. El asedio de la isla costó la vida de muchos hombres del ejército macedonio y, cuando finalmente logramos romper sus muros, decidí no tener piedad de Tiro.
Al resto de los pobladores y mercenarios de Tiro que sobrevivieron a la batalla fueron cautivos y vendidos para la servidumbre, o enviados a Macedonia y Grecia como esclavos, y a unos dos mil rebeldes, mandé a crucificarlos. Así conquisté Tiro, con más furia que el mismo Aquiles.
Mi ejército y yo partimos hacia Egipto, uno de los lugares más ricos del imperio persa, pero en el trayecto, me tuve que enfrentar con la ciudad de Gaza, que estaba gobernado por Batis, intenté negociar la entrega de la ciudad, para no destruirla y no tener que sepultar a más macedonios, pero rechazaron negociar.
Destruimos todos los obstáculos, ocupando la ciudad, pero logramos capturar a Batis con vida, ordené que fuera ejecutado, atándolo a un carro por los talones, como Aquiles arrastró a Héctor, solo que Batis estaba aún con vida y fue arrastrado por el carro hasta morir, desde ese momento pensé que no era muy buena idea siempre premiar a los enemigos valerosos, era mejor destruirlos como hacían los persas y los pobladores de aquellas ciudades antiguas, donde en la guerra, para ellos, los enemigos eran irrecuperables.
En Egipto, uno de los países más ricos del imperio persa, tenía que enfrentarme con el sátrapa Mázaces, que tenía conocimiento de la batalla de Issos y de la huida de Darío, y era realista de sus insuficiente fuerzas para enfrentar al ejército macedonio. A esta situación se añadía la antipatía que sentían la población egipcia hacia los usurpadores persas, sin embargo, con los griegos mantuvieron una buena relación en el pasado, hasta la conquista del imperio persa, por todas estas razones, Mázaces no se resistió, es así como Egipto quedó bajo mi dominio, mucho más cuando me dirigí hacia el Imperio Antiguo, donde soy reconocido por el clero egipcio como “ rey del Alto y del Bajo Egipto” y “ Biennamado de Amón y Preferido de Ra” e “ Hijo de Ra” , es decir, soy reconocido faraón de Egipto y con poder absoluto.
La batalla final fue en la aldea de Gaugamela, el choque más violento fue en el ala derecha del ejército macedonio donde me encontraba yo, contra el ala izquierda y el centro del ejército persa, donde estaba el rey del imperio, intenté romper la formación persa para llegar a Darío, el auriga del rey fue muerto, causando confusión alrededor del carro del rey persa, muchos pensaron que había muerto, pero el rey del imperio una vez más abandonó el campo de batalla.
El ejército persa fue derrotado en la batalla de Gaugamela, así que me dirigí a las ciudades de Babilonia y Susa. Cuando entramos a Babilonia fuimos recibidos con ovación y júbilo por el pueblo que detestaba a los persas, también salieron a recibirme los magos, sacerdotes, astrólogos y los personajes más prestigiosos de la imponente ciudad, acompañándome hasta el palacio real.
Una de las primeras cosas que llevé a cabo, como en otros territorios ocupados, fue ordenar construir el templo de Marduk y, los mismos sacerdotes me proclaman “Rey de las cuatro partes del mundo, como en Egipto, había sido nombrado Faraón.
Me apoderé del tesoro real y luego ordené saquear la ciudad e incendiar los palacios reales de Persépolis , como venganza por el saqueo que sufrió Grecia por los persas en las guerras médicas, decisión que tomé en contra de la opinión de Parmenión, que dijo que parecía un saqueador más y, no un monarca definitivo si yo mismo destruía lo que me pertenecía, pero al final tuve que ordenar su destrucción, porque así había sido requerida por la liga helénica, de la cual yo era hegemenón.
Intenté dar alcance al rey macedonio, y los persas desertores me mostraron el camino más rápido para encontrarlo junto a Bessos y Satibarzanes, tenía que acelerar la marcha, porque presentía que el rey persa moriría en manos de los mismos mercenarios o traidores. Finalmente hieren de muerte a Darío, y lo dejan abandonado, hasta que fue encontrado por los macedonios en Hecatombeoin .
Ordené que llevaran el cadáver del rey macedonio a Persépolis , y posteriormente tomé medidas drásticas contra los regicidas persas. Inmediatamente decidí que entregaran el cuerpo de Darío a su madre, para que recibiera sepultura como le corresponde a un miembro de la familia imperial, en el panteón real persa, en Persépolis, así termina la era del reinado de Darío III, descendiente de la dinastía aqueménida, el rey más rico y poderoso que existió en el mundo conocido.
Soy informado sobre una conspiración para asesinarme, en la cual estaba participando Filotas, hijo de Parmenión, que fue juzgado y ejecutado por el consejo militar, al mismo tiempo envié una carta a Cleandro, Sitalces y Menidas, subalternos que luchaban a lado del padre de Filotas, en la carta ordenaba su ejecución, porque no podía concebir la idea que Filotas estaba planeando mi muerte, sin el conocimiento de su padre, así que Parmenión, quien más me había apoyado en la campaña de Asia, fue eliminado, como advertencia a futuros conspiradores y traidores.
En la celebración de Marakanda, queríamos olvidar las muertes y el sufrimiento de la campaña militar, así que todos bebimos y nos entregamos a la alegría de la fiesta, pero no pude evitar recordar la gloria y todo lo que había conseguido, recordando a todos los presentes, a los oficiales y a mis amigos del consejo, que mis gestas eran más heroicas que las de mi padre, y después de un breve silencio, Clitos el Negro me respondió : te equivocas Alejandro, ¡ toda tu gloria se la debes a tu padre! , esa contestación me enfureció terriblemente, y cogí una lanza, matándole en el acto, al ver lo que había hecho me derrumbé y lloré sin parar, por la muerte de mi amigo.
Ordené a todos que se inclinaran delante de mi presencia y me besaran como acto de respeto al rey, como era costumbre en esta región, por ser representación divina en la tierra, que les había dirigido hacia la gloria y la libertad, pero muchos se negaron a obedecerme, uno de mis hombres de confianza que rechazó cumplir la orden, fue Calístenes, que llegó a decirme que era víctima de mi propio éxito y, me estaba transformando en un bárbaro, un déspota y un tirano. Ante esta situación de rebeldía, mandé a detener a Calístenes y que fuera torturado hasta que cambie de idea, pues no podía ser juzgado y ejecutado por su condición privilegiada, al final, mi amigo Calístenes murió durante su cautiverio.
Me enfrenté al rajá Poros de la India y su imponente ejército, pero lo que más nos impactó fueron las enormes bestias, eran doscientos elefantes de guerra, con una altura de tres metros. Pero vencimos una vez más, el rajá Poros huyó con su elefante, y cuando logramos alcanzarle, me sorprendió ver a la enorme bestia, arrodillarse con mucho cuidado para que el exhausto rajá bajara, y con su trompa le sacaba los dardos, atacando ferozmente a los macedonios que se aproximaban a su dueño, hasta que el elefante murió acribillado en la contienda.
Finalmente nombré a Poros como sátrapa de esta región, por la admiración que tenía de su valor y la forma como había organizado su ejército, utilizando de forma admirable a los elefantes, pero también necesitaba un hombre como él al mando, para controlar esa zona. Desde ese momento nuestros mundos se unieron y la lealtad de Poros, y de su reino, fue total.
Después de una larga y terrible travesía, logramos cruzar el desierto y llegar a la ciudad persa de Susa, donde ordené a un centenar de oficiales macedonios a casarse con mujeres persas, aquellos matrimonios serían permanentes, formando familias y con muchos hijos mestizos, macedonios-persas, pues serían los príncipes del futuro. Sin embargo, mis hombres rechazaban esos enlaces, y por supuesto, yo sabía que aumentaba su resentimiento, mucho más, pero era necesario unir a los griegos y a los macedonios con los persas, por el porvenir y control de la región, yo mismo me casé con tres mujeres extranjeras para dar ejemplo a mis oficiales, porque si quiero gobernar un imperio tan diverso, era necesario mezclar las culturas.
Muerte de Alejandro Magno
Una calurosa noche, en Babilonia, después de una desenfrenada fiesta, caigo gravemente enfermo y mis oficiales macedonios se reúnen a mi alrededor con rostros de pesadumbre, anteriormente había perdido a mi gran amigo Hefestión, y estaba construyendo un templo en su honor, como héroe divino, porque así me recomendó el Oráculo de Siwa.
He caído enfermo, igual que Hefestión, nadie puede descubrir qué me está matando, no puedo levantarme de mi lecho, después de llevar a mi ejército hasta el fin del mundo, destruir el imperio persa, fundar y construir nuevas ciudades, ahora una desconocida enfermedad está acabando conmigo, justo cuando había logrado poner fin al antiguo mundo y, unir dos culturas para siempre, me hieren en el talón, como a Aquiles.
Mis oficiales se encuentran a mi alrededor, esperando lo peor, ¿pensando en mi muerte?, ¿qué destinos les esperaba? ¿cómo se repartirían el imperio? ¿ qué historias contarían de mis gestas militares? , ellos me hablaban, pero no podía escucharles, donde me encontraba, todo era lejano y cercano al mismo tiempo, lograba ver sus rostros desdibujados, que continuamente me preguntaban, y no sé , si yo respondía, solo pensaba insistentemente en mi padre, y le decía : “Filipo, después de todo, tú no llegaste tan lejos”.
http://btdesdeeltaller.weebly.com
Bibliografía
Félix Cordente Vaquero ( año 2005 ) - Alejandro Magno
Edición Grandes Bibliografías
Madrid- España
EDIMAT LIBROS S.A
National Geographic ( año 2004 ) – Beyond the Movie
Documental de Alejandro Magno, el hombre y el mito
Producida y escrita por Helen Fitzwilliam y editada por Anne Goetz
nº de expediente ICIC - Generalitat de Catalunya : 84.711
Estados Unidos
New Line Productions
Imágenes de portada
Alejandro Magno
contra el rey persa Darío III en la batalla de Issos. Detalle del mosaico de la Casa del Fauno de Pompeya (Museo Arqueológico Nacional de Nápoles).
Filipo II de Macedonia
Padre de Alejandro Magno
Wikipedia
https://es.wikipedia.org/wiki/Alejandro_Magno
Bt desde el taller
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Félix Cordente Vaquero ( año 2005 ) - Alejandro Magno
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Documental de Alejandro Magno, el hombre y el mito
Producida y escrita por Helen Fitzwilliam y editada por Anne Goetz
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Estados Unidos
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contra el rey persa Darío III en la batalla de Issos. Detalle del mosaico de la Casa del Fauno de Pompeya (Museo Arqueológico Nacional de Nápoles).
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Alejandro Magno (película - 2004)
Alexander es una coproducción internacional del año 2004 entre Alemania, Estados Unidos, los Países Bajos, Francia, Italia y el Reino Unido, dirigida por Oliver Stone y protagonizada por Colin Farrell en el rol protagónico de Alejandro. La película trata de la vida del joven rey macedonio homónimo.
Reparto :
Alexander es una coproducción internacional del año 2004 entre Alemania, Estados Unidos, los Países Bajos, Francia, Italia y el Reino Unido, dirigida por Oliver Stone y protagonizada por Colin Farrell en el rol protagónico de Alejandro. La película trata de la vida del joven rey macedonio homónimo.
Reparto :
- Colin Farrell - Alejandro
- Connor Paolo - Alejandro (joven)
- Angelina Jolie - Olimpia
- Val Kilmer - Rey Filipo
- Rosario Dawson - Roxana (esposa de Alejandro)
- Christopher Plummer - Aristóteles
- Jared Leto - Hefestión
- Elliot Cowan - Ptolomeo
- Anthony Hopkins - Ptolomeo (viejo)
- John Kavanagh - Parmenio
- Gary Stretch - Clito
- Ian Beattie - Antígono
- Joseph Morgan - Filotas
- Jonathan Rhys-Meyers - Casandro
- Rory McCann - Crátero
- Denis Conway - Nearco
- Neil Jackson - Pérdicas
- Garrett Lombard - Leonato
- Chris Aberdein - Poliperconte, traducido en la versión española como Meleagro
- Nick Dunning - Átalo
- Marie Meyer - Eurídice
- Toby Kebbell - Pausanias
- Brian Blessed - Entrenador de lucha
- Raz Degan - Rey Darío
- Annelise Hesme - Estatira (esposa de Alejandro)
- Francisco Bosch - Bagoas
- Erol Sander - Príncipe persa
- David Bedella - Escriba Cadmos